Fanny, de quince años, se instala en la casa de verano con sus padres y adopta las rutinas familiares: leer, nadar y pasear. Bajo esa apacible sencillez persiste un dolor silencioso: saben que será el último verano de su madre. Mientras intentan aprovechar los días que les quedan juntos, la familia navega por el delicado equilibrio entre apreciar el presente y afrontar lo que está por venir.